viernes, 16 de mayo de 2014

II ULTRA TRAIL SIERRA DE BANDOLERO-2014


Viernes 7 marzo, parto desde Sevilla con José María Rivero hacia Prada del Rey donde se encuentra la salida. El resto de compañeros salieron por la mañana. Quedé con Josemaria en el puente del dragón, donde me sorprendió con el bólido que llevaba: era un Renault 4 pintado con colores llamativos, el rosa fucsia y el amarillo. Me monte en dicho bólido y fuimos hacia Prado de Rey, mientras que en el trayecto hablábamos de la carrera. Unos km antes de llegar a Prado de Rey, paramos para que José mari comiera, ya que salimos directamente del trabajo por lo que no nos dio tiempo a comer. Llegamos justo para recoger el dorsal y salir. Al dar la salida voy a acompañado de Bermúdez y Pablo. Fui con ellos hasta la bajada de Villaluenga donde perdí el dorsal, pero al llegar a Villaluenga comenté lo ocurrido y me proporcionaron otro con el mismo número (que fue un folio con un número pintado a mano). Cogía al tigre y Alonso llegando al km 41. Fue una bajada terrible, dado que había una infinidad de piedras y charcos. Llegando al refugio de Liba que era el punto de avituallamiento nuestro próximo objetivo era Montejaque. Las 6:00 de la mañana, llegamos a Monte jaque el tigre, Alonso y yo. Comimos, bebimos y reposamos, y pensamos en el siguiente objetivo: Ronda. A las 7:50 llegamos a Ronda, km 60,800. Ya es de día, amaneció. Ya estamos pensando en Benaoján. Antes tomamos café y picamos algo, después seguimos el trayecto



A las 08:37 salimos los tres de nuevo. Son las 11:40, hemos llegado a Benaoján km 74 avituallamientos. Cuando llegamos estaba Pili con un bocata y una cerveza esperándonos. Seguimos la marcha, hasta llegar a Jimena de Liba a las 14:00 en el km 84,600. Próximo objetivo: Cortes de la Frontera, y ahí esperamos a José Luis y Andrés para formar equipo. Son las 22:00 del sábado, llegamos al punto d avituallamiento en el km 108. Repongo fuerzas y nutrientes, me cambio de calcetines para poder afrontar el siguiente desafío: llegar a Grazalema. El desgaste físico se empieza a notar aunque aún me quedan más de cuarenta Km. Ya, a estas alturas, se hacían eternos los km. Y al ritmo con el que íbamos calculamos que no nos daría tiempo a entrar en hora. Cuando a lo lejos escuchábamos una voz, alguien que corría hacia nosotros gritando:



¡¡¡PRETORIANOOOSS!!! Era mi salvación, mi ángel de la guarda, Miguel Ángel (conocidos entre los mortales como “el Maki”). Este, fue el que nos arrastró hasta la meta. Además, le pregunte que si era capaz de llevarme a meta dentro del tiempo estimado por la organización, para realizar la prueba. Su respuesta fue la que me imaginaba, dijo que sí, pero que tenía que correr mucho y no podía hacer muchas paradas más, por no decir ninguna. “Me lié la manta a la cabeza” y me lancé a terminarla, guiado por un gran maestro y sobre todo un gran compañero: Maki. Empezamos a correr “como locos” por lo menos yo, pero para él eso no sería correr. Al él lo vi que iba relajado con las manos en el cuadri. Me hizo correr cuesta abajo, donde reconozco que no es mi fuerte y más en estos terrenos con tanta piedra y tan mal firme que tropecé un par de veces jugándome mi físico y mi integridad

. En uno de tantos tropezones me vi que “volaba”, y pensé que me iba caer al llevar los dos pies en el aire. Todo fuese por terminar la prueba. Los pies los llevaba llenos de ampollas, magullados y doloridos, y con todo y con eso seguí hacia delante. Cada vez veíamos la meta más acerca mientras alternábamos entre el andar y el correr. Ya no me quedaban muchas fuerzas, pero me las daba querer pensar en acabar la carrera. Y así fue, acabé gracias al Maki, con un tiempo de 39h, 44min y 39 s, a ¼ de hora del cierre de meta. Lo primero que hice al entrar, fue quitarme los botines y sentir el frescor de las losas de la plaza donde estaba situada la meta, dado que venía con los pies “ardiendo”. Luego recogía la medalla y diploma y me fui con mis compañeros que me esperaban y me comí un bocata de filetes acompañado de una cerveza, mientras esperaba a los últimos compañeros que quedaban por acabar la prueba. Así, vi, la recompensa del esfuerzo realizado muchos meses antes que estuve preparando esta prueba y que no me importaría correr otra vez. Sin más, se despide un humilde corredor:



Un salu2: EL NIÑO





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